jueves, 18 de diciembre de 2014

El ciclo de frustración de la mujer en el trabajo

Las niñas, ya desde su adolescencia, sienten que si quieren llegar lejos no les basta con imitar a los chicos, sino que deben dar lo mejor de sí mismas y un poco más. La competición es dura, recuerda Davis-Laack, que explica cómo el estrés se encuentra ya presente en la infancia femenina. La psicóloga coincide con el análisis de Deresiewicz cuando señalaba que, para los jóvenes, el fracaso ya no es una opción, lo que tiene dos consecuencias negativas. Las etapas vitales de la mujer se suceden a mayor velocidad. Por una parte, la aversión al riesgo que manifiestan gran parte de los jóvenes contemporáneos, y que les conduce a evitar todos los retos, y por otra parte, el burnout a una edad temprana, un problema psicológico que solía manifestarse a una edad más avanzada. Sin embargo, el proceso que siguen hombres y mujeres es muy distinto, debido a las diferentes etapas de la carrera que suelen caracterizar la evolución laboral femenina. La psicóloga Barbara White las dividió en los siguientes cuatro grupos: el desarrollo temprano, la transición de principios de los 30, el asentamiento a punto de cumplir los 40 años y el éxito y el mantenimiento de este.
Al llegar a la mediana edad, algunas mujeres se dan cuenta de que el esfuerzo no merece la pena. (Corbis). Estas fases son más aceleradas en el caso de las mujeres que en el de los hombres, explica la psicóloga, puesto que es más difícil para ellas encontrar un equilibrio entre la vida personal –especialmente en lo que atañe a las relaciones de largo plazo y a ser madres– y la profesional. Por eso muchas al llegar a la cuarentena se dan cuenta de que han dedicado demasiado tiempo a un trabajo que no les hace felices y han descuidado su vida personal hasta el punto que les resulta complicado ponerse al día.
Hay que olvidarse de mantras como 'tengo que llegar más lejos', 'las buenas madres hacen muchas cosas' o 'lo puedo hacer todo yo sola'. La diferencia sustancial entre el burnout masculino y el femenino se encuentra, para Davis-Laack, en las diferentes fases del proceso. Como puso de manifiesto una investigación publicada en BMC Public Health, los hombres primero experimentan cinismo, y más tarde, cansancio, lo que provoca que sigan trabajando hasta que alcanzan la inmovilizadora ineficacia. Sin embargo, las mujeres sienten primero el cansancio, seguido por el cinismo y la ineficacia: esta alteración de factores provoca que ellas se sientan desencantadas antes con el trabajo, y es una buena explicaciónde porqué  el burnout femenino parece más extendido.
El consejo que propone la psicóloga para evitar esta situación es olvidar todas las nociones del éxito que nos han inculcado desde pequeños, tanto en el colegio como en la familia. Ello incluye olvidarse de los mantras antes indicados y otros como “tengo que llegar más lejos”, “lo importante son los demás, luego me preocuparé por mí” o “no puedo parecer débil”. Maldiciones que las mujeres se imponen a sí mismas y que consiguen que se sientan cada vez más quemadas con ese trabajo hasta que, finalmente, lo abandonan decepcionadas y con la sensación de que, efectivamente, ése es un mundo de hombres.

Artículo completo en: El Confidencial, alma, corazón y vida

viernes, 12 de diciembre de 2014

Hirigoyen y el Observatorio vasco del mobbing

La asociación Hirigoyen contra el acoso laboral lleva en funcionamiento más de diez años. Con solo el empeño de sus voluntarios -todos víctimas de mobbing- ha estado todo este tiempo recibiendo y orientando a los trabajadores que acudían en busca de ayuda. Ha sido un goteo de personas incesante, que puede ya cifrarse en cientos de afectados, cuyo número ha ido creciendo por diferentes causas en los últimos tiempos.
Una de las técnicas de acoso laboral consiste en la ignorancia premeditada de una persona, convertirle en "invisible". No es objetivo de la Asociación estar en los mentideros institucionales, pero no deja de generarnos extrañeza la absoluta falta de voluntad de contacto que entidades, con sello oficial, tienen respecto de Hirigoyen. Máxime si se trata del Observatorio Vasco de mobbing. Es cierto que su objetivo declarado es examinar sentencias y mejorar el saneamiento público relativo al acoso laboral por medio de disposiciones varias, es decir, observar y dirigir a distancia. Esta dimensión de la "distancia" resulta extraña, nosotros quisiéramos sabernos "observados" y saber el resultado de esa observación, pero sobre todo contamos con numerosas experiencias que podríamos aportar a los observadores, no necesitan hacer grandes esfuerzos, basta la comunicación. Se observa la vida salvaje, se observa desde lejos, se observa no queriendo ser vistos, se observa en la sombra, pero además de observar hay que comunicarse.
No puede ser que los afectados estén abandonados a su suerte y que una Asociación voluntarista sea la única que los acoja, siendo negada la más mínima ayuda, por el otro gran foco de responsabilidad sobre el acoso en el país vasco, que es la consejería de Empleo y políticas sociales. Mucho ruido y pocas nueces, mucha visibilidad y simbolismo prestigioso y ninguneo al verdadero trabajo con las víctimas.
El Observatorio tiene un enfoque judicial sobre todo, incluyendo los ámbitos de vigilancia y sanitarios concebidos prejudicialmente (inspección de trabajo, mutuas laborales, etc.). Pero existe una gran tarea intermedia que es la de solucionar las cosas antes de que el afectado por mobbing tenga que caer en el proceso judicial: a la desestabilización del acoso se suma la derivada del proceso judicial, podemos contar entonces con una persona rota cuando lleva inmersa en esta vorágine varios años. Este es el espacio que cubre Hirigoyen, el intermedio, el de evitar la ruptura interior del acosado. Una tarea tan importante respondida desde el silencio. Si hay tanto personaje distinguido, si hay tanta atención de las grandes instancias sociales al problema del mobbing, podría esperarse alguna cobertura de su parte hacia esta Asociación y éste no es el caso en absoluto.
Ellos saben que los psiquiatras no tienen otro medio que las pastillas para los acosados, los psiquiatras están en la impotencia y por eso remiten pacientes a nuestra Asociación, es decir, nada menos que el sistema público y privado de salud, recurre a Hirigoyen como última tabla de salvación para sus pacientes transtornados por el mobbing. Eso es cumplir una necesidad pública sin tener el menor reconocimiento ni ayuda. Toda una paradoja.
Sí hay un organismo al que los afectados de mobbing pueden dar gracias, y es a Bolunta que nos cede espacio en la calle Ronda, un dignísimo espacio, para un único día en la semana que podemos estar abiertos físicamente desde nuestro voluntarismo sin apoyos. Vaya para ellos todo nuestro reconocimiento.