viernes, 12 de diciembre de 2014

Hirigoyen y el Observatorio vasco del mobbing

La asociación Hirigoyen contra el acoso laboral lleva en funcionamiento más de diez años. Con solo el empeño de sus voluntarios -todos víctimas de mobbing- ha estado todo este tiempo recibiendo y orientando a los trabajadores que acudían en busca de ayuda. Ha sido un goteo de personas incesante, que puede ya cifrarse en cientos de afectados, cuyo número ha ido creciendo por diferentes causas en los últimos tiempos.
Una de las técnicas de acoso laboral consiste en la ignorancia premeditada de una persona, convertirle en "invisible". No es objetivo de la Asociación estar en los mentideros institucionales, pero no deja de generarnos extrañeza la absoluta falta de voluntad de contacto que entidades, con sello oficial, tienen respecto de Hirigoyen. Máxime si se trata del Observatorio Vasco de mobbing. Es cierto que su objetivo declarado es examinar sentencias y mejorar el saneamiento público relativo al acoso laboral por medio de disposiciones varias, es decir, observar y dirigir a distancia. Esta dimensión de la "distancia" resulta extraña, nosotros quisiéramos sabernos "observados" y saber el resultado de esa observación, pero sobre todo contamos con numerosas experiencias que podríamos aportar a los observadores, no necesitan hacer grandes esfuerzos, basta la comunicación. Se observa la vida salvaje, se observa desde lejos, se observa no queriendo ser vistos, se observa en la sombra, pero además de observar hay que comunicarse.
No puede ser que los afectados estén abandonados a su suerte y que una Asociación voluntarista sea la única que los acoja, siendo negada la más mínima ayuda, por el otro gran foco de responsabilidad sobre el acoso en el país vasco, que es la consejería de Empleo y políticas sociales. Mucho ruido y pocas nueces, mucha visibilidad y simbolismo prestigioso y ninguneo al verdadero trabajo con las víctimas.
El Observatorio tiene un enfoque judicial sobre todo, incluyendo los ámbitos de vigilancia y sanitarios concebidos prejudicialmente (inspección de trabajo, mutuas laborales, etc.). Pero existe una gran tarea intermedia que es la de solucionar las cosas antes de que el afectado por mobbing tenga que caer en el proceso judicial: a la desestabilización del acoso se suma la derivada del proceso judicial, podemos contar entonces con una persona rota cuando lleva inmersa en esta vorágine varios años. Este es el espacio que cubre Hirigoyen, el intermedio, el de evitar la ruptura interior del acosado. Una tarea tan importante respondida desde el silencio. Si hay tanto personaje distinguido, si hay tanta atención de las grandes instancias sociales al problema del mobbing, podría esperarse alguna cobertura de su parte hacia esta Asociación y éste no es el caso en absoluto.
Ellos saben que los psiquiatras no tienen otro medio que las pastillas para los acosados, los psiquiatras están en la impotencia y por eso remiten pacientes a nuestra Asociación, es decir, nada menos que el sistema público y privado de salud, recurre a Hirigoyen como última tabla de salvación para sus pacientes transtornados por el mobbing. Eso es cumplir una necesidad pública sin tener el menor reconocimiento ni ayuda. Toda una paradoja.
Sí hay un organismo al que los afectados de mobbing pueden dar gracias, y es a Bolunta que nos cede espacio en la calle Ronda, un dignísimo espacio, para un único día en la semana que podemos estar abiertos físicamente desde nuestro voluntarismo sin apoyos. Vaya para ellos todo nuestro reconocimiento.

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